Es increíble cómo Dios me trajo hasta aquí. Ahora creo que me ha impresionado más lo que ha pasado en la Brecha:

 

1.- Ha sido un tiempo muy bueno para servir, donde pude percibir a Dios guiándome en cada servicio que no tenía claridad o no me sentía preparada para hacerlo. He estado sirviendo principalmente con jóvenes, en retiros, asambleas entre otras actividades. Adicional a eso he podido servir en diferentes misiones de las comunidades de la Península Ibérica. A destacar  la participación en el Vem en Portugal con gente maravillosa. También me ha tocado ejercer mi carrera como arquitecta en el servicio y eso ha sido una bendición para mí.  Ha sido un tiempo en el que he dejado de  estar solo viendo y  he comenzado a actuar,  y pude sentir a través del servicio mucha gracia de Dios. Especialmente compartiendo lo que Dios me decía en  asambleas  de oración.

 

2.-He vivido el llamado de la vida comunitaria, con mi grupo pastoral, cursos comunitarios, vida en el pueblo de El Señorío de Jesús, Palabra de Vida y A boa Nova, y ha sido un honor coincidir con cada una de las personas de estos pueblos. Desde un simple compartir hasta orar con ellos, crecer en relación con ellos me ha edificado mucho. Personas de admirar por la realidad que se vive en Europa y por su ejemplo de entrega y sencillez. Definitivamente Dios utilizo a muchos de estas personas para fortalecer mi ideal de mi llamado a la vida en comunidad y de mis ideales como cristiana.

 

3.- Pero aun con los otros dos puntos que son increíbles se queda corto con este tercer punto, que fue mi relación con Dios. En mi oración personal, no sé ni cómo describirlo pero me sentía con mucha paz muy amada por Dios. (Siempre había sido una convicción) sentir a Dios en mis oraciones, en las asambleas, en la eucaristía en conversaciones con personas, darme cuenta en que me había estado guiando a lo largo de mi vida.  Ha ido rompiendo barreras de mi corazón, ablandándolo,   y he podido descubrir la belleza de Dios. Un tiempo donde Dios me hablaba claramente de distintos temas, donde me guiaba y me iba formando  y  aunque aún me falta mucho ponía en mí un gran anhelo por descubrir, amar y cumplir su voluntad y un gran anhelo por la vida eterna.

 

Agradecida estoy con estas 3 comunidades. Guerreros, que no se cansan de intentar ser santos, que no solo eso, buscan y se fijan hasta en los mínimos detalles para intentar llegar al cielo. Se entregan, se conocen más que otras comunidades se soportan. Se conocen todos hay una unidad tremenda e intentan una y otra vez amar. La vida cristiana es mucho más difícil y ellos dicen si, en medio de tanta oscuridad. Y a los jóvenes: recordaros (nótese que intente hablar castellano) que no estáis solos y si por algo Dios los puso aquí es porque sabe que pueden. No se olviden del perdón, porque al amarse más también hay roces de repente. Pero recuerden que estamos aquí por Dios.

 

                                                                         Miriam Velasco Bracamontes